Los Hijos de la Sagrada Familia
Somos los Herederos espirituales de San José Manyanet, continuamos en el empeño de renovar la sociedad por medio de familias cristianas conformadas al modelo de la de Nazaret. Esta es la meta de nuestra vida religiosa y apostólica: vivir el estilo de vida de Jesús, María y José en la experiencia personal y comunitaria para hacer «Un Nazaret en cada hogar», según la inspiración del padre Manyanet.
Para ello desarrollamos nuestra actividad en colegios, escuelas, parroquias, misiones y movimientos apostólicos, en Europa, América y África, centrando toda nuestra atención en las familias, consideradas como el sujeto y objeto de nuestro apostolado.
Dedicamos atención preferente a la educación e instrucción católica de los niños y jóvenes —«la cultura del corazón y de la inteligencia»—, como decía el Fundador, persuadidos de que es el camino más apto, sencillo y fácil para el crecimiento cristiano de las familias y la renovación de la sociedad.
Los religiosos vivimos en comunidad con un marcado espíritu de familia, pues cada una de las comunidades tiene como meta reproducir la vida de la Sagrada Familia por su comunión de vida, de oración y de trabajo.
La Congregación es de derecho pontificio y clerical, pero tiene también hermanos no sacerdotes. La formación se realiza en centros propios y en las universidades eclesiásticas y civiles a fin de capacitarse adecuadamente para el apostolado.
NUESTROS ORÍGENES...
Un 2 de febrero de 1870, con la primera profesión religiosa de nuestro fundador, San José Manyanet y Vives (1833-1901) y algunos compañeros, se formalizó la vida religiosa de nuestro Instituto de Hijos de la Sagrada Familia, Jesús, María y José. Durante varios años el joven sacerdote Manyanet fue preparando la nueva obra en las largas noches de oración de la Seu d'Urgell, hasta que el 19 de marzo de 1864 —como fecha simbólica— colocó los cimientos de la misma con la apertura del Colegio San José de Tremp (Lleida, España). A lo largo de estos seis años, ensayando la vida común y la misión apostólica, fue configurando aquella «sociedad de sacerdotes-maestros» como una comunidad religiosa bajo la protección de la Sagrada Familia y al servicio de la familia, principalmente mediante la educación católica de la niñez y juventud y en íntima obediencia y comunión con los pastores de la Iglesia.
El 30 de mayo de 1876, el obispo de Urgel, José Caixal, aprobó por escrito el primer proyecto de los Estatutos y Reglas de la Congregación de Hijos de la Sagrada Familia, Jesús, María y José. Siguieron las aprobaciones de otros prelados y, finalmente, la del papa León XIII, con el "Decretum Laudis", el 30 de abril de 1887 y la aprobación definitiva con el decreto "Attenta Salutarium" del 22 de junio de 1901. El 8 de julio de 1902 fue confirmado el texto de las Constituciones y Reglas, acomodado al Código de Derecho Canónico el 8 de diciembre de 1926 y revisado el 16 de marzo de 1935. Por último, fieles a las normas del Concilio Vaticano II, se elaboró el texto renovado de las Constituciones y Directorio, que fue aprobado y confirmado por la Santa Sede el 8 de diciembre de 1983.
Porque nosotros, Hijos de la Sagrada Familia, somos testigos y apóstoles del misterio de Nazaret, nuestro trato diario es con Jesús, María y José.
Constantes en la oración, amándonos mutuamente con amor fraternal, haciéndolo todo para gloria de Dios, compartimos con Ellos la experiencia de vida familiar de Nazaret, y damos testimonio de lo que oímos, cada día, en Nazaret, de lo que vemos con nuestros ojos, contemplamos y tocan nuestras manos acerca de la Palabra de Vida, y lo anunciamos a la familia humana: es decir, anunciamos a Cristo, que quiso hacerse partícipe de la comunidad de los hombres y vivir en una familia; santificó el amor de los esposos con su presencia en el hogar; acogió a los niños y los bendijo afectuosamente; y, sujeto a María y José empezó en el humilde trabajo de Nazaret la obra de redención que, obediente hasta la muerte, consumaría en la cruz.